lunes, 5 de noviembre de 2012

En un lugar de la Mancha…
Por: Oriol Avila Montesó.

En un lugar de la Mancha, treinta años ha vivía una familia de hidalgos con diecisiete preciosos hijos, varones y hembras. Unos aficionados al toreo, otros al motor, a los deportes, a estudiar, etc.
Con el transcurso de los años, fueron creciendo en infraestructuras, en competencias y en ansias de libertad.
Las diferencias en el modo de ser, de vivir la vida, en los proyectos y en otros muchos aspectos acrecentaban, y como es lógico, algunos de sus miembros expresaron sus deseos de emancipación amistosa.
No constituyó ninguna sorpresa, porque es lo habitual en todas las familias y así ocurría en el vecindario, pero sí que causó enfado y preocupación en los padres y en el resto de los hermanos.
Mas la decisión estaba tomada. Una de las más bellas hermanas afirmó que se marchaba de casa tanto si le daban permiso como si se lo negaban.
Mas en todo caso, su voluntad era conservar la buena relación con su familia, y así lo esperaba de la hidalguía de sus progenitores y de la noble cuna de sus hermanos.
En el vecindario y en toda la Mancha, se celebró con gran satisfacción esta prueba de madurez, a la que contribuyó en gran manera el sentido común de un simpático personaje llamado Sancho Panza.

Esta valiente jovencita se llamaba Cataluña.

Barcelona es su capital, archivo de la cortesía, albergue de los extranjeros, hospital de los pobres, patria de los valientes, según Miguel de Cervantes.

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