En un lugar de la Mancha…
Por: Oriol Avila
Montesó.
En un lugar de la Mancha, treinta años ha vivía
una familia de hidalgos con diecisiete preciosos hijos, varones y hembras. Unos
aficionados al toreo, otros al motor, a los deportes, a estudiar, etc.
Con el transcurso de los años, fueron
creciendo en infraestructuras, en competencias y en ansias de libertad.
Las diferencias en el modo de ser, de vivir
la vida, en los proyectos y en otros muchos aspectos acrecentaban, y como es
lógico, algunos de sus miembros expresaron sus deseos de emancipación amistosa.
No constituyó ninguna sorpresa, porque es lo
habitual en todas las familias y así ocurría en el vecindario, pero sí que
causó enfado y preocupación en los padres y en el resto de los hermanos.
Mas la decisión estaba tomada. Una de las más
bellas hermanas afirmó que se marchaba de casa tanto si le daban permiso como
si se lo negaban.
Mas en todo caso, su voluntad era conservar
la buena relación con su familia, y así lo esperaba de la hidalguía de sus progenitores
y de la noble cuna de sus hermanos.
En el vecindario y en toda la Mancha, se
celebró con gran satisfacción esta prueba de madurez, a la que contribuyó en
gran manera el sentido común de un simpático personaje llamado Sancho Panza.
Esta
valiente jovencita se llamaba Cataluña.
Barcelona es su capital, archivo de la
cortesía, albergue de los extranjeros, hospital de los pobres, patria de los
valientes, según Miguel de Cervantes.
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